Ante tantas dudas, tantos pensamientos sin sentido y emociones inconclusas, llegabas al caso de estar enamorada. Había un momento en que todo se empañaba, te ponías entre la espada y la pared, y la razón era tu única compañía, tu único miedo, tu cárcel, tus dudas, tus ansias, tus esperanzas, tus rencores, tus conclusiones, tu todo y a la vez tu nada.
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